Una universidad de Londres ha desarrollado una tecnología que imita a la perfección el estilo ortográfico del ser humano. El problema es que puede emplearse para falsificar firmas.
Por Lara Olmo
Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo/Ticbeat).- Con cada innovación tecnológica se suele producir la misma situación: mientras levanta el entusiasmo de buena parte de la sociedad, siempre hay un segmento que alerta de las consecuencias negativas que puede traer su uso. Ya lo hemos visto antes con la realidad virtual (¿provocará ataques epilépticos?), el WiFi, las redes sociales, y otras tantas.
La tecnología no es mala en sí misma, todo depende del uso que se haga de ella. Algo así estarán pensando los investigadores del University College London (UCL), que han desarrollado un software capaz de replicar la escritura humana. Con él se pueden obtener copias perfectas de documentos manuscritos, incluyendo las firmas.
Este avance tecnológico, que bien podría emplearse como herramientas documental o de oficina, ya ha sido detectado por el sector de la abogacía como una seria amenaza, ya que abre de par en par las puertas para la falsificación de documentos. Sólo bastaría con combinar este sistema informático con un dispositivo de impresión en tres dimensiones armado de un bolígrafo.
Hasta ahora la firma manuscrita era el elemento diferenciador para detectar si un documento era o no auténtico. Ante la aparición de este programa, los abogados y jueces tendrán que poner mayor atención y, en según qué casos, pedir un estudio pericial que certifique la autoría original de una firma o un documento.
Los expertos sugieren que, si esto no ofreciera todas las garantías, como último recurso están los posibles testigos. Si el documento puesto en cuestión se ha firmado ante notario, el testigo puede declarar para comprobar la veracidad de la rúbrica estampada en él.
Quien quisiera hacer uso de esta tecnología para falsificaciones, tendría que contar con el escrito original para que sirva de matriz al algoritmo y así crear la imitación. Esto es, sin original, no hay copia posible.
Por otro lado, la exactitud que logra en cada réplica es el punto débil de este software; es decir, la escritura manual nunca es igual (solo hay que ver dos firmas de la misma persona para ver que nunca son idénticas), de modo que frente a dos textos que sean idénticos, sólo queda pensar que uno es falso. La perfección de esta tecnología le delata.
Aunque las firmas digitales son otro cantar, ya que su falsificación es más difícil de detectar. Como explican varios abogados a Expansión, cada vez es más frecuente firmar documentos médicos, contratos y facturas en una tablet o smartphone, generando un perfil bihométrico que luego se puede hackear y utilizar ilegalmente para suplantar la identidad.